a mi ahijada...
Juana mira al cielo y un resabio de estalactita se filtra en el iris de sus ojos.
Sabe que el tiempo avanza pero no se apresura.
Sonríe una boca expresiva que grita los silencios de todas las palabras que nunca dijo.
Como no conoce el miedo, prefiere sortear su suerte viajando de brazo en brazo.
Genera especulaciones de fragilidad, pero no las escucha, porque se presume fuerte y así vive.
Nunca llora.
Su temperamento se construye a base de lágrimas que no fueron.
Deja caer su cabeza de lado a lado... es que prefiere sumergirse en el medio giro de felicidad de una canción, a no tener a su compañera de rosas cerca.
Intenta olvidar que alguna vez acaso discutan por algo.
No importa si llueve, o si el sol transparenta su piel suave de frutillas. O si pierde la visión cuando la risa le deja un espacio de luz casi insignificante para espiar.
Estira las manos limpias de princesa de hilos de seda y se sube a la luna de las cosas esenciales.
Y vestida de azúcar, se pierde en mis pupilas dibujándome un lazo indestructible.
Y sin quererlo, va conquistando a su paso todo lo que toca.
Y brilla...
Brilla.
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