Isabella, apoyó la valija pesada junto a su figura delgada, casi extraída de una pintura de Monet. Pero el cuadro cobro movimiento cuando el viento voló su capelina en un parpadeo vertical y la perdió entre las vuelteretas huracanadas del aire.
En la tierra áspera y extraña, la lejanía del pasado se hacía evidente y la quietud de la estación rozaba acaso la melancolía de la ausencia y el tinte oscuro de la carbonilla en un suspiro profundo.
La sequía de palabras hacía eco en el silencio del paisaje, que recortado se enmarcaba entre bancos de madera y cantos rodados. El perfume del sol parecía conjugarse entremezclado al de la pureza de la sierra a un paso.
Isabella esperaba con la vista fija, pero sus ojos carecían de particularidad direccional.
No se veía a la redonda más que la tierra fundirse con el cielo, imantarse en el fin del mundo. Ningún rastro de bienvenida.
Ningún transeunte esperando en el andén.
4 comentarios:
¡Bellisimo texto! Desde el principio al final lo vi todo.
Saluditos.
Beatriz
Me gustó el texto y me gustó que el personaje se llamara Isabella, como mi nieta.
Felicitaciones por ser seleccionada para la antología "Voces de ausencia".
Muy bueno, llegaste al punto de pintar con palabras...
Maravilloso texto! te felicito!
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