Cuanto tiempo atrás le habian hablado de su existencia... Pero lo cierto es así, lo que no se conoce se olvida en la memoria porque nunca fue. Ella había estado en ese lugar, desde el primer instante en que lo vió. Como si por alguna razón indescifrable su presencia denotara la remota posibilidad de otra vida pasada. Hubo risas, recorridos inusuales, especias compartidas, complicidad, manos para sostener, algún resabio de principe azul sin castillo, una fuente circular, arte derrochado, miradas pendientes y sabor a lugar adecuado y momento justo.
Asustaba la perfección de los sucesos, la falta de crítica, la imperfección con la que el fracaso intentaba en vano detener lo que avanza sin pausa y triunfa a pesar de la derrota.
Al principio no supo su nombre, quizás por la falta de importancia para ambos. Porque el punto de encuentro se inclinaba más hacia una pupila astillada irradiando luz que a una adjuntada característica social inválida para ser y amar. Finalmente, cuando los latidos acrecentaron pulso y respiración (lo suficiente como para perder la cordura) ella desterró con amnesia todo lo que antes sucedió... y se conocieron. El intentó deshacerse de las monedas, pero sus manos ocupadas y el aeropuerto atemporal y detenido requerian del destino.
Y la buscó.
La multitud se desplazaba borrosa. La voz altoparlante de arribos y partidas en mute. El perfume de narcisos flotaba en el aire enmarcando los gestos lentificados.
Ella sostuvo los pasajes de la coincidencia y el futuro vuelo a punto de perder, juntos.
Con avaricia y egoísmo de datos espontáneos se abrió paso a la verdad.
- Sos vos?- expreso vestida de blanco.
Y ahí lo supo, aunque poco descubriera el título develado por el conjuro. Aunque lo válido fuera el acertado reflejo del espejo frente a ella, sublime, encastrando todas las piezas.
Lo supo. Diez años después.
Asustaba la perfección de los sucesos, la falta de crítica, la imperfección con la que el fracaso intentaba en vano detener lo que avanza sin pausa y triunfa a pesar de la derrota.
Al principio no supo su nombre, quizás por la falta de importancia para ambos. Porque el punto de encuentro se inclinaba más hacia una pupila astillada irradiando luz que a una adjuntada característica social inválida para ser y amar. Finalmente, cuando los latidos acrecentaron pulso y respiración (lo suficiente como para perder la cordura) ella desterró con amnesia todo lo que antes sucedió... y se conocieron. El intentó deshacerse de las monedas, pero sus manos ocupadas y el aeropuerto atemporal y detenido requerian del destino.
Y la buscó.
La multitud se desplazaba borrosa. La voz altoparlante de arribos y partidas en mute. El perfume de narcisos flotaba en el aire enmarcando los gestos lentificados.
Ella sostuvo los pasajes de la coincidencia y el futuro vuelo a punto de perder, juntos.
Con avaricia y egoísmo de datos espontáneos se abrió paso a la verdad.
- Sos vos?- expreso vestida de blanco.
Y ahí lo supo, aunque poco descubriera el título develado por el conjuro. Aunque lo válido fuera el acertado reflejo del espejo frente a ella, sublime, encastrando todas las piezas.
Lo supo. Diez años después.
1 comentario:
FELICITACIONES POR DECIDIRTE A HACER LO QUE TE GUSTA Y COMPARTIRLO. EL PRIMER PASO SIEMPRE ES EL MAS DIFICIL Y YA LO DISTE. POR FIN DEJASTE SALIR A ESA "ESCRITORA" QUE SIEMPRE ESTUVO, SOLO QUE OCULTA.POR ACA VA LA COSA...NO LO ABANDONES...Y A SEGUIR CREANDO
INE
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