¨Me reflejo en otras pupilas. Me someto a las igualdades subjetivas de las miradas diferentes...¨

Sortilegios cotidianos

viernes, 26 de diciembre de 2008

El cuento

Había una vez un amor tan grande que no cabía en una palabra. Los recuerdos no eran cómodos y los sueños tenían los techos demasiado altos.
Como este amor no encontraba un lugar en donde vivir, se fue un día a caminar lejos.
Se encontró una montaña y la subió. Tenía tierra de siete colores diferentes y entonces se pintó la cara. Atravesó puentes colgantes y se baño con el agua paraíso de una cascada angelical.
Buscó refugio en otras miradas, pero ninguna le devolvía su reflejo.
Una tarde en la que caminaba a la deriva, se sentó a contemplar la puesta de sol. Cuando la luz cesó el anaranjado del horizonte, se recostó en el pasto frío y así, solo, y bajo la inmensidad del cielo, se durmió en la noche estrellada con la luz intensa de la luna. Mientras dormía, soño que era un árbol de naranjas. Tuvo flores, dío frutos y más tarde llegaron fantasmas y quisieron podarlo. Se aferró a la tierra con mucha fuerza y superó la tempestad gracias a la convicción de sus raíces. El húracan no pudo con sus hojas y al llegar la primavera nuevamente broto savia dulce en cada rama.
Había pasado un tiempo ya y entonces, decidió regresar.
A su regreso, descubrió que todo había cambiado.
La ciudad parecía otra. El aire se respiraba distinto y hasta la lluvia era más linda que antes.
Lo curioso era, que todo permanecía tal cual lo había dejado.
El amor se dió cuenta de que cabía perfectamente en un par de ojos que siempre habían estado allí esperándolo. Ojos que lo conocían, ojos que lo reflejaban, ojos petisos, nuevos, curiosos. Ojos perseverantes, constantes, insoportables, leves, penetrantes.
Ojos muertos de su misma sed. Ojos con quien poder hablar sin darse cuenta del tiempo. Ojos de sal, pero también de esperanza.
Entró en ellos y se perdió en su magnitud.
De ese amor tan grande, algunos meses mas tarde, nació una cosa mágica.
La llamaron ¨Destino¨.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bellisimo texto que muestra un fantastico derrotero del amor.
Saluditos. Bea

Sebastián Zaiper Barrasa dijo...

Cuánta belleza hay en tus palabras!

El árbol ha madurado y superó una de las pruebas más difíciles de su vida.

Me leen...