La mujer toma la carpeta por el lomo, la hojea al tiempo en que revuelve el café sin crema y con dos de azúcar. Se acomoda los anteojos, pero se distrae con el sonido del teléfono y el diálogo del escritorio continuo y su colega y su voz alta. Retoma la lectura y ve una imagen nocturna. Una luna en cuarto menguante resalta naranja en el medio de la hoja blanca. Le suceden un sin fin de letras esparcidas sobre el papel con un amor que ella es incapaz de percibir.
El arte se concibe de formas simultáneas y allí radica su libertad de observación, su juicio de elección y entonces se abre la puerta. Una persona realiza una consulta en el espacio equivocado. La mujer lo dirige a otra oficina, y observa que en su cartera el celular suena bajo. Lo rescata de la oscuridad y desliza la carpeta blanca sobre el escritorio atiborrado de legajos y folios.
Dos migas de bizcochitos de grasa caen sobre la portada de presentación.
Los esparce con la mano izquierda.
Corta.
El reloj marca las trece horas y es tiempo de un almuerzo.
Cerca de las cuatro de la tarde, retoma la lectura del proyecto. Le sugiere a su compañera de sección, que emita un juicio, idea u opinión.
Comparan. Ajustan cuentas y finalmente deciden que no.
Lo comunican a la brevedad, y guardan la ilusión en una caja de cartón color madera desde donde será rescatada por su autor.
El artista lo sabe.
Una esperanza se rompe, y una nueva ilusión intenta reconstruirse entre tantas preguntas sin respuesta.
El artista siente la soledad del desinterés. Toma los trozos del sueño. Imagina una nueva búsqueda, una lucha eterna por no perecer inherte a las cosas esenciales, abraza cada letra en la distancia que lo separa de su obra y decide volver a empezar.
Sortilegios cotidianos
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1 comentario:
Lo que más me gusta de este texto es la libertad con que te manejás y entrecruzás (¿cruzagramísticamente?)estilos y situaciones. Entro en el libro, salgoentro, vuelvoasalir y releo de nuevo desde el principio. Como ese artista que vuelve a empezar. Un placer, Coni. Me gustó mucho.
Saludos.
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