borraba cada frase al momento exacto de haberla terminado
las olvidaba una a una, apenas dos segundos después de volcarlas sobre el teclado frío.
Y es que estaba forzando el corazón...
Con la obstinada búsqueda de la simpleza de lo que está a la vista y no halla expresión alguna
bajo un cielo de verdades explosivas provenientes de algún mundo ajeno por descubrir.
Fracasaba una y otra vez, la tinta era solo tinta, no lograba brotar poesía de los labios, ni pétalos en la mente, ni savia en el alma.
Su razón no lograba poner en palabras, lo que sencillamente carece de ellas.
1 comentario:
Me idem.
Racionalmente poético.
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