Enviciada por la falta que le hacía, el temporal terminó hundiéndola en sus propios miedos.
Esta no es la historia de la derrota, sino la cofradía de un naufragio equivocado. La sucia limosna de lo que el mar dejó para no arrastrala nunca y destruirla por completo.
Podría escribrir uno de esos cuentos de princesas en los que algún elegante hombre conquista con flores a la mujer deseada. Pero basta con mirar las vidas de la gente. No sería real. Porque el amor ha muerto, y la pasión no existe.
Sin embargo este cuento que te cuento es real. No importa con detalles como ni porque se conocieron. Ni cuan hondo llegaron las dagas en sus ojos a lastimarse con ardor. Podría decirte que casi no hubo un beso, que no fue espontáneo ni sentido, que no fue amor. Explicarte que todo finalizó en el momento exacto y previo al comienzo de algo maravilloso.
Ella tenía el pelo del viento, él, la poesía noble derrochandole las manos . Pero ella temblaba con su boca y el vacilaba sus estados de ánimo como la marea. Subía y bajaba los deseos con la frecuencia de una radio en desuso.
Dos suspiros de azufre consumiendose los cuerpos. Respirandose los latidos en un mismo tiempo de profundidad y deseo.
La confusión llegó cuando ambas pupilas se encontraron en el medio de la nada. Del vacío intenso que marco de ausencias las faltas. Las sobras. Los porque. Ningún instante. El ahora. Los jamases.
Lo cierto es que el juró no amarla nunca. Y ella terminó sufriendo ese rechazo.
Ahora se encuentran en la distancia abismal de la piel.
Pasará un tiempo y no recordarán sus nombres. Alguna poesía los asaltará en la quietud de la noche.
Padeceran la soledad de lo que no fue.
Ella mirará una estrella y se preguntará por sus ojos. El añorará saber que hubiera sido de haberle abierto la puerta.
Ambos se casaran con las personas equivocadas. Tendran hijos equivocados y comeran el pan de las manos equivocadas.
No volverán a sentir aquello que carece de definición.
Pasaran los años. Tal vez los lustros. Y un día, abrirán un libro dulce y sucio de tinta y encontrarán asesionados y marchitos, lo sueños de lo que no pudieron ser.
Recordarán con una lágrima cristalizada en ambar, el día en que mataron y enterraron juntos la única posibilidad de amarse en esta tierra.
Sortilegios cotidianos
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1 comentario:
hermoso pero tajante :)
Me encanta que al leerte aprendo palabras, imágenes.
Besos
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