Sortilegios cotidianos
miércoles, 24 de octubre de 2007
Chocolate
El café con leche humeante se convierte en ilimitado. Las tostadas insulsas de pan de salvado en el mayor de los manjares. La cucharada de queso crema en el lacteo preferido por excelencia. El jugo de una naranja pequeña, tan dulce, dura cual golosina... un suspiro. Las verduras bañadas con soja. Los tomates suspendidos hasta nuevo aviso. La calabaza en alza. Todas las gelatinas flambean al compás de la balanza justiciera. La coca cola zero consolando las papilas gustativas. Las semillas de lino y amapolas condimentandolo todo.
Como pudo engañarme tanto? Bajo que poder sublime no pude escapar de sus encantos?
Es que el espejo me devuelve ahora una imagen que se asemeja a lo que alguna vez fui. Entonces me pregunto, quien soy realmente, esta... la de hace dos meses atrás... o aquella de los diesiciete años?
Y es entonces que vislumbro demasiadas preguntas y ninguna respuesta.
Porque detrás de este cuestionamiento redundante entre ser y no ser, se revuelve una catarata de incógnitas no resueltas ni develadas de las que prefiero no acordarme.
Y ahora comprendo, que cuando de definiciones se trata, la única certeza en mi vida es y será el chocolate, ese antiguo placer de los dioses, ante el que se redime cualquier terrestre sin duda alguna...
El que diga que sobre gustos no hay nada escrito, debiera leer acerca del chocolate y sus consecuencias. Y su historia germinada en América central y su cultivo azteca. Su planta sagrada. Su semilla ofrecida a los rayos de luna. La fertilidad augurada bajo la espera de su cosecha impostergable. El significado amoroso que a él, dieron los cielos.
Su ritual poético, su regalo preciado. Su tantas formas como intenciones. Su nivel de azúcar concentrado en sangre. El poder afrodisíaco de su sangre convertido en azúcar. Sus múltiples maneras de saborearlo.
Entonces, releo mis palabras y vuelvo otra vez, y asimilo la incoherencia de este texto, intentando recordar porque comencé a escribirlo, porque no sacia mi hambre de vos. Y porque motivos el cacao amargo, visita mis letras añorando endulzar otra vez mis tardes.
Quizás, tal vez, por la falta que me hace, por el brillo en su envoltorio, por la dulzura del contacto y por las tantas similitudes que empalagosas, adictivas e irresistibles, te identifican con el.
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1 comentario:
SOS ALGUIEN QUE ESTA ENCONTRANDO EL CAMINO QUE TE HACE FELIZ....Y DE ESO SE TRATA VIVIR MI QUERIDISIMA CONI...humildemente
Ine.-
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