¨Me reflejo en otras pupilas. Me someto a las igualdades subjetivas de las miradas diferentes...¨

Sortilegios cotidianos

sábado, 10 de julio de 2010

Las Marías (novela)




Cuando el tren se detuvo, el par de botas de cuero polvorientas asomaron por sobre el humo asfixiante del terraplen. El último chifilido del silbato insinuó tajante el arranque de la máquina de plomo, que se perdió vaporosa en el horizonte desteñido por el atardecer en sepia.
Isabella, apoyó la valija pesada junto a su figura delgada, casi extraída de una pintura de Monet. Pero el cuadro cobró movimiento cuando el viento voló su capelina en un parpadeo vertical y la perdió entre las vuelteretas huracanadas del aire.
En la tierra áspera y extraña, la lejanía del pasado se hacía evidente y la quietud de la estación rozaba la melancolía de la ausencia y el tinte oscuro de la carbonilla en un suspiro profundo.
La sequía de palabras hizo eco en el silencio del paisaje enmarcado, que se recortaba entre bancos de madera y cantos rodados. El perfume del sol parecía conjugarse entremezclado con el de la pureza de la sierra a un paso.
Isabella esperaba con la vista fija, pero sus ojos carecían de un punto direccional.
No se veía a la redonda, más que la tierra fundirse con el cielo, imantarse anaranjada en el fin del mundo. Ningún rastro de bienvenida.
Ningún transeunte esperando en el andén.





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