¨Me reflejo en otras pupilas. Me someto a las igualdades subjetivas de las miradas diferentes...¨

Sortilegios cotidianos

sábado, 6 de febrero de 2010

Crimen

A la falta de respeto, al atropello a la razón...




Camino por la avenida hacia abajo. La ciudad está desolada y las agujas avanzan instalando la noche. Esfumándose, las últimas almas que circulan.
Doblo en la esquina y espero en la parada de siempre. Todavía me quedan restos de la clase dando vueltas. Pienso en Rosa. Rosita para las amigas de Corrientes. En la impresión que se habrá llevado al ver el cuerpo sumergido. Me sumergo yo unos instantes en la historia que aun no existe.
Un auto se atraviesa adelante mío, dobla a mi izquierda y frena a la altura de la doble puerta de madera verde oscura, que se abre de par en par para recibirlo. Despierta mi atención lo que veo. El edificio en reparación. Varios andamios de caño y tela de nylon ocultan lo que alguna vez fue una moderna construcción sobre la calle Alem.
Levanto mi vista y detengo mi mirada en el cartel. Un señor que vende cafe se ríe y me distraigo. Vuelvo a mirar.
Restaruración y puesta en valor de edificio de cocheras presidenciales. Espío a lo lejos pero el costera no asoma. La vista se me tuerce otra vez, esta vez para fijarse con mas detenimiento.
Distrito: Capital federal.
Voy comprendiendo de que se trata. Recuerdo no haber leído eso antes a pesar de haber estado ahi. Es que a veces uno no observa lo que decora el escenario.
Plazo de ejecución: ocho meses.
Rápido, reflexiono. Imagino el auto entrante y las cosas que podrían suceder adentro. Asesinatos con o sin sangre. Allanamientos. Coimas. Algun lavado de moral. Intercambios de billetes, entre polvo y luz lugrubre. O ningún nacimiento y menos un cumpleaños en una cochera polvorienta y aburrida. Solo caprichosos móviles de traslado.
El nombre de la empresa constructora tambien figura. No la conozco, obvio.
LLego al punto de quiebre. Me olvide de todo lo leído anteriormente y de mi curiosidad, para dar lugar a la indignación, a la incertidumbre.
Presupuesto oficial: observo. Atónita. Muda. Congelada.
Vuelvo a observar, y hasta este instante no estoy segura de haber entendido correctamente.
1,317,796,19.
No puedo asimilar los últimos diecinueve centavos.
Segun Freud... el chiste hace de escapista alguna verdad atrapada en el inconsciente. No se cual es la verdad que esconda el inconsciente de quien redactó el cartel pero asumo que el hecho de colocar los centavos al final de la gigantesca cifra debe ser joda.
Cuentas claras dicen algunos... No aclares que oscurece prefieren usar otros...
Imagino cuantos paquetes de polenta podrían comprarse con esa suma. No puedo realizar la ecuación, nunca me gustaron las matemáticas. Pero pienso en cuantas frazadas, o zapatos o alimentos o bocas pueden salvar su día con esa cifra. Pienso si los autos presidenciales podrán soportar dormir en la calle. Como las personas que no tienen cochera.
Corroboro valores desfasados. Vuelvo a la suma una y otra vez. Creyendo, soñando haber interpretado mal el cartel.
El aire esta congelado y el frío es cada vez mas intenso. Meto las manos en el bolsillo y aprieto el celular y los dientes. Me indigno en silencio. No hace calor pero Buenos Aires esta en llamas. Subo al transporte que me devuelve a mi ciudad, no menos equivocada.
Por la ventana, la confusión servida en bandeja. La basura revuelta en cada esquina.
La casa Rosada impecable recién maquillada. Me pregunto si las naciones serán como las mujeres cuando estamos deprimidas, que gastamos en todo menos en cosas esenciales.
Pienso otra vez en Rosita, y vuelvo a la escena del crimen.
El jacuzzi se rebalsa.
Coloco los auriculares que explotan penetrando mis oídos.
Y me uno al vidrio para seguir mirando, mientras escribo en el asfalto.
Secretaria General Presidencia de la Nación decía el cartel con letras grandes.
Pienso en mañana, en el trabajo. En
el reino del reves que voy a cantarle a los nenes del jardín. Nada el pájaro. Vuela el pez. Nada mas real. Dos y dos son tres.
Abajo a la derecha, la bandera rayada y el nombre, gastado, manipulado, triste y descosido de la tierra en que nací.
Me acomodo en el asiento.
Joaquin canta : "No permita la virgen que tengas poder "...






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