¨Me reflejo en otras pupilas. Me someto a las igualdades subjetivas de las miradas diferentes...¨

Sortilegios cotidianos

domingo, 6 de enero de 2008

En-Amor-Arte


Los autos circulan indelebles.
Las motos acceden al espacio intransitable y las galerías desestructuran la quietud capitalista. Las rebajas se deslizan por el asfalto. El arte se sazona en los rincones y el diseño innato rompe estructuras de imperio y se filtra entre el turista ansioso por vivir.
Una torre de diamante se vuelve emblema y distorsiona las imágenes esculpidas en lienzos. Un manojo de razas de almizcle y chocolate. Un terrón bajo la piel.
Los mármoles cobran forma humana y las alas cortadas no los dejan volar. La cobertura dorada de las águilas significa, tal vez, que así ha sido siempre ante el mundo.
El fin llega filtrado a través de las nubes lúgubres y las identidades definidas.
Una luz flamea pero su debate entre la tierra y el cielo no encuentra consuelo bajo el aura crepuscular de lo inaccesible.
La tendencia es pasar a pesar de los estrenos.
La fortaleza hotelera derrocha cubiertos con baño de plata, con suero de lujo. El metro descubre historias con acento marcado.
El amor está por todas partes. El hielo, la pista, la paz de los puentes que unen ambos trozos.
El tiempo se ha detenido en todos los ojos. Son para otros las monedas falsas y los cristales no civilizados. Aca todo es diferente, el ruido huele a lluvia y el silencio disiente del conflicto aparente y hasta el alma en pena encuentra consuelo en las librerías ambulantes a los costados del río central.
Se respira madurez.
Vueltas de una calesita ilustrada y un monumento descascarado de flashes.
Los fantasmas del pasado todavía observan el movimiento desde las bóvedas. La verdad vuelta fábula, vuelta leyenda sin discusión de raíces. La repetición de lo que muestran los libros. La arquitectura imponente. Mezcla justa entre modernismo y siglo añejo.
Y ellos ya no están para verlo, pero son culpables del renombre sellado en lacre y de la ciudad hoy, y aun la sienten como propia. No logran conciliar el sueño por miedo a encontrar la bandera a media asta. Creen que el movimiento multitudinal depende en gran parte de sus andanzas por la historia.
La delicadeza es parte del estilo y no fluyen intenciones de sacar tajada. Es la desconfianza en las pupilas, la distancia de los cuerpos, pero la amabilidad de los caídos en la guerra de ninguna revolución, aunque mayo se desarme de nostalgia y la libertad continue guiando al pueblo por caminos de desdicha.
Desbordan estalactitas por los telones aterciopelados de una ópera.
Demasiados instrumentos. Demasiadas letras.Demasiado perfume. Demasiados toldos rojos.
Cuantas bicicletas, cuantas flores blancas. Cuantas terrazas con vista al paraíso.
Y el sonido de una vieja bandolina. Algún beso francés en una esquina cualquiera.
Las luces de los árboles parecen luciérnagas y el adoquín se filtra con el verde alfombrado del pasto perfecto.
Y en ocasiones sale el sol.
Brilla.
Y escupe pintura universal hasta el que desentona. Y el río se vuelve oro y plata, y el pasado retorna fugaz.
Magia emblemática.
Lugar de elegidos.
Belleza europea, sin arena ni cabildos.
La vida no se estanca en una misma cosa.
Gira.
Los montes no se expersan alejados. El terreno es dueño de un declive subliminal. La ciudad puede albergar todo eso y mucho más. Putas, partidarios y fascístas. Y a los del don de impresionar con tinta cromática cada recuerdo infernal retratado.
El recorrido merece la pena al caminar.
Y en la cima está el porque de los pinceles aplicados con orgullo.
Todo es posible. El café es hoja de ruta y el alivio de la borra instantáneo hasta las lágrimas.
El pan tiene gusto a nobleza ecléctica. La niñez se educa impecable en la sensual dulzura del idioma. El atardecer vence miserias y derrite una postal de enciclopedia urbana. Cualquier mapa te pierde hasta llegar. Un triunfo justo y merecido conserva el encanto del jazz y los boulevares.
La selva a un paso.
Oleos derrochados.
Demasiadas preguntas y las ganas eternas de volver a ser un número.
Y el misterio ajeno de lo que no encontrará respuesta sin estadísticas de aceptación, y sin importarle siquiera.
Y esos cuentos mágicos de seres inhabitados en la soledad gris de un corazón sagrado...
Y esa sonrisa... que controversia y no caduca, y austera y perspicaz, y orgullosa de que, se eleva acosada, impenetrable, chorreando realeza y burlando su suerte.

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