¨Me reflejo en otras pupilas. Me someto a las igualdades subjetivas de las miradas diferentes...¨

Sortilegios cotidianos

viernes, 20 de junio de 2008

La ratita gris ( uno de bajitos)

Mira al cielo y una gota helada y crujiente le repiquetea en el ojo.
El movimiento de la calle comienza a acerlerarse y las nubes encapotan una ciudad latente al grado cero.
Los paraguas de colores, rayados, a lunares o con dibujos comienzan a cerrarse.
Los pasos apurados de la gente premeditan el fenómeno a punto de suceder.
Se respira aire extraño. Todos señalan las nubes de azúcar. Como si algo o alguien estuviera por llegar.
Miran hacia arriba, como la ratita gris, que estira su cuello y observa perdida entre la multitud de zapatos ansiosos y cordones desatados.
Nadie la ha visto.
Se mete en la alcantarilla para ausentarse de los peligros del afuera y sus pasos firmes.
No comprende porque le tienen miedo. Sabe que es incapaz de lastimar a alguien, sin embargo le asusta la sensación que causa entre los humanos.
Ahora su cola fina se engancha en una latita de coca-cola-.
Tironea desdesperada hasta liberarla, pero el envión la impulsa hacia atrás con fuerza y entonces resbala por la tubería y se desliza por el metal frío hacia otros caminos desconocidos.
Allí no hay niños, ni flores, ni risas.
El recorrido es a toda velocidad y está oscuro. Gira la ratita como una pelota de terciopelo. Rebota contra el tunel de plomo con sus patitas para arriba.
Vuelas y más vueltas.
Circulan ríos y ruidos de agua fina.
Hace frío en la nariz.
Aspira aire de hielo y los ojos se vuelven rojos de brillo. Finaliza el recorrido por los caños y encuentra el camino otra vez.
Tiene estrellitas en la cabeza y está un poco mareada. Asoma sus orejas de cartón por la abertura de la alcantarilla. Mueve el cuerpo de un lado a otro para secarse.
Y mira frunciendo el hocico. Mira.
Le impacta la blancura esparciéndose en el asfalto.
LLueven copos de nieve desde el más allá. El mundo se ha vuelto blanco.
No logra comprender de que se trata, ni porque la angustia diaria es ahora felicidad extrema.

domingo, 15 de junio de 2008

Esperando el turno

En la cola de una fila cualquiera, esperan su turno: una mujer, otra mujer, un joven y un viejo.
Todos tienen sueños y expectativas de vida, y frescura en los rostros.
Pero solo el viejo cuentista, conserva el encanto de la sabiduría añeja,
en las manos temblorosas, en las historias tejidas de palomas de conventillo,
en la mirada sulfatada por el encierro, en los ojos negros brillantes, en el pasado y en la piel.

sábado, 7 de junio de 2008

Fotografía

La verdadera foto nunca fue tomada.
Tal vez, porque los rayos del sol asomaban tibios sobre sus párpados cerrados y su media sonrisa distendida y entonces la imagen, hubiera salido con la sombras de la luz filtrándose entre las nervaduras ansiosas, de las hojas de los árboles noviembre.
O quizás, el obturador se hubiera paralizado al ver la escena, y el amor, y el resultado mostraría sobreexposición.
Lo cierto, es que las mejores fotografías, son siempre aquellas que no pudimos captar con nuestra cámara.
Esas cuya existencia esconden registros oficiales, porque solo pueden guardarse en la memoria de la retina, de lo que no se olvidará jamás.

miércoles, 4 de junio de 2008

lunes, 2 de junio de 2008

Crimen


Camino por la avenida hacia abajo. La ciudad está desolada y las agujas avanzan instalando la noche. Esfumándose, las últimas almas que circulan.
Doblo en la esquina y espero en la parada de siempre. Todavía me quedan restos de la clase dando vueltas. Pienso en Rosa. Rosita para las amigas de Corrientes. En la impresión que se habrá llevado al ver el cuerpo sumergido. Me sumergo yo unos instantes en la historia que aun no existe.
Un auto se atraviesa adelante mío, doblando a mi izquierda y frenando a la altura de la doble puerta de madera verde oscura, que se abre de par en par para recibirlo. Despierta mi atención lo que veo. El edificio en reparación. Varios andamios de caño y tela de nylon ocultan lo que alguna vez fue una moderna construcción sobre la calle Alem.
Levanto mi vista y detengo mi mirada en el cartel. Un señor que vende cafe se ríe y me distraigo. Vuelvo a mirar.
Restaruración y puesta en valor de edificio de cocheras presidenciales. Espío a lo lejos pero el costera no asoma. La vista se me tuerce otra vez, esta vez para fijarse con mas detenimiento.
Distrito: Capital federal.
Voy comprendiendo de que se trata. Recuerdo no haber leído eso antes a pesar de haber estado ahi. Es que a veces uno no observa lo que decora el escenario.
Plazo de ejecución: ocho meses.
Rápido, reflexiono. Imagino el auto entrante y las cosas que podrían suceder adentro. Asesinatos con o sin sangre. Allanamientos. Coimas. Algun lavado de moral. Intercambios de billetes, entre polvo y luz lugrubre. O ningún nacimiento y menos un cumpleaños en una cochera polvorienta y aburrida. Solo caprichosos móviles de traslado.
El nombre de la empresa constructora tambien figura. No la conozco, obvio.
LLego al punto de quiebre. Me olvide de todo lo leído anteriormente y de mi curiosidad, para dar lugar a la indignación, a la incertidumbre.
Presupuesto oficial: observo. Atónita. Muda. Congelada.
Vuelvo a observar, y hasta este instante no estoy segura de haber entendido correctamente.
1,317,796,19.
No puedo asimilar los últimos diecinueve centavos. Segun Freud... el chiste hace de escapista alguna verdad atrapada en el inconsciente. No se cual es la verdad que esconda el inconsciente de quien redactó el cartel pero asumo que el hecho de colocar los centavos al final de la gigantesca cifra debe ser joda.
Cuentas claras dicen algunos... No aclares que oscurece prefieren usar otros...
Imagino cuantos paquetes de polenta podrían comprarse con esa suma. No puedo realizar la ecuación, nunca me gustaron las matemáticas. Pero pienso en cuantas frazadas, o zapatos o alimentos o bocas pueden salvar su día con esa cifra. Pienso si los autos presidenciales podrán soportar dormir en la calle. Como las personas que no tienen cochera.
Corroboro valores desfasados. Vuelvo a la suma una y otra vez. Creyendo, soñando haber interpretado mal el cartel.
El aire esta congelado y el frío es cada vez mas intenso. Meto las manos en el bolsillo y aprieto el celular y los dientes. Me indigno en silencio. No hace calor pero Buenos Aires esta en llamas. Subo al transporte que me devuelve a mi ciudad, no menos equivocada.
Por la ventana, la confusión servida en bandeja. La basura revuelta en cada esquina.
La casa Rosada impecable recién maquillada. Me pregunto si las naciones serán como las mujeres cuando estamos deprimidas, que gastamos en todo menos en cosas esenciales.
Pienso otra vez en Rosita, y vuelvo a la escena del crimen.
El jacuzzi se rebalsa.
Coloco los auriculares que explotan penetrando mis oídos.
Y me uno al vidrio para seguir mirando, mientras escribo en el asfalto.
Secretaria General Presidencia de la Nación decía el cartel con letras grandes.
Pienso en mañana, en el trabajo. En el reino del reves que voy a cantarle a los nenes del jardín. Nada el pájaro. Vuela el pez. Nada mas real. Dos y dos son tres.
Abajo a la derecha, la bandera rayada y el nombre, gastado, manipulado, triste y descosido de la tierra en que nací.
Me acomodo en el asiento. Joaquin canta. "No permita la virgen que tengas poder "...



29- 05- 07

Me leen...